En realidad no hay nadie. Siguiente.

Sólo un aplauso verdadero que no existe, ahonda en mi cabeza cada vez que camino, poco a poco.

Cuesta borrar una historia de tu cuerpo y tatuarse otra para poder gritarle al mundo que puedo. Cuesta no sentirse importante y tener que creer que no dependemos de absolutamente nadie, como si la autoestima no fuese también el contexto en el que vivimos.

Tantas creencias aprendidas que puedes volverte hasta loca para desaprenderlas, sin que se note. Sin herir, queriendo la calma, queriendo demostrar que puedes dar calma, pero como el mar, también tiene tempestades en soledad, donde solo los surferos se atreven.

No es autocompasión, sólo estoy escribiendo donde no me lee nadie, para poder decir maldita sea. Lo estás intentando pero nunca terminas de conseguirlo. Siguen los bajones, como si tus antepasados te hubiesen colocado sus mil ganas de llorar.

Me molesta que me ilusionen y luego me olviden, porque me quiero y sé que merezco mucho más, yo no sé dármelo cien por cien ni todo el rato, pero acaso agarrarse a ilusiones no es un motor que te hace sentir vivo? En el vacío me he encontrado demasiadas veces abrazada a mis rodillas. Una vez tuve abundancia y casi me lo creo.

Este luto infernal en el que sólo he perdido yo, en el que sólo asisto yo al funeral, en el que no hay abrazos ni manos que sostengan un pañuelo… echar arena a lo perdido o estar echándome arena a mi. Todavía no tengo claro quién se ha muerto.

Si lo hubiese sabido, no hubiese querido ser feliz, duele demasiado perderlo todo. Piensa en ti, me dicen, pero es que me doy mucha pena. Porque si no fuese yo me estaría abrazando cuarenta años seguidos, me bebería las lágrimas con tanto amor, me diría tantas veces no estás sola, estoy aquí, no me voy.

La vida es muy corta en el espejo cuando lloras.

Y en realidad no hay nadie…absolutamente nadie.

Cementerio de putas

Bárbara escribe la palabra fin en un cuaderno, acaba de escribir su última novela deprisa y corriendo como el editor le exigía, no le gusta lo que ha escrito, pero el dinero es el dinero y su reputación ya no le importa. Último folio a dormir con los otros en un sobre, destinatario y a tomarse una copa de vino y un cigarro. Pensativa, entre calada y calada, recuerda los desprecios a los que ha tenido que enfrentarse. Defenderse llega un punto en el que es algo tan inútil ante personas sin empatía y narcisistas que ni lo intenta. Pero se quedan enganchadas como chicles, se va quitando como puede uno a uno y haciendo bola y con un juego de cruce de dedos los lanza bien lejos, uno de ellos hace canasta en la basura. Sonríe, otro sorbo de vino tinto, ya no hace música con los bordes, solo bebe y mira la copa, ni medio llena ni medio vacía, como su vida. Ha apagado el teléfono para que nadie la moleste, no van a ver buenas palabras y está harta de que la hagan fuerte a base de guantes de boxeo. Ya está bien. Ha aceptado que Nadie sabe verla, que no quieren conocerla, que no ven lo que necesita o por qué sufre, está cansada. Mira las maletas, (nos vamos de viaje ellas y yo) Hay un cementerio de putas allá dónde van, Cross Bones, fiel reflejo de la hipocresía cómo disfrutaban de ellas en plano siglo XVI y cuando morían al no haber ya placer terrenal se daban la vuelta como si no existieran, allí están todas enterradas. Irá a verlas y escribirá un artículo sobre ellas para el periódico que le pagará cuatro perras porque el tema no interesa, pero ellas allí arriba tendrán lo que merecen, que se las valore. Es curioso hasta que no te vas ahí arriba… y son los de aquí abajo los que ni se miran ni se valoran los capaces de valorar el cielo.

La vida es maravillosa dicen, una vez lo supo Barbara, lo tuvo todo, hoy no tiene nada más que así misma, ella que no sabe vivir sin contacto aprendiendo a ser un gato que no se muere si no la acarician. Se limita a ponerse pienso, agua, lamerse las heridas y esconderse al mínimo ruido que le recuerda que viene alguien a criticarle, a decirle lo que es un, un gato.

Los gatos puede que sean la reencarnación de esas putas. No descarta esa idea, apoyará su tesis cuando indague más en el asunto. Es una buena escritora pero hace tiempo dejó de hablar de ella.

Se acaba el cigarro, se enciende otro, no consigue llorar, mira por la ventana el sol dando alegría a todo el decorado, como hace el amor. Ya nunca parece que va a llover, los niños juegan. Las madres con suerte y que saben hacerlo bien les regañan a gritos. Entre ellas ponen verde a sus maridos. Ella nunca hizo eso. Y sin embargo, aquí está, sin ellos. Con ella. La que puede verse. Contenta de qué nunca más afectará a nadie su presencia. Feliz de la felicidad ajena y mirando el reloj, es hora de recoger. Echar un último vistazo a la casa e irse. Soy mi mejor versión. Guardadita para quien la merezca. Humana. Se dice. Una última mirada al espejo. Dura mucho rato, se mira, echa una lágrima, se sonríe, se acaricia, se abraza, y se dice Pues claro tonta.

Se pone la chaqueta perfectamente combinada con el vestido. Cierra la puerta. Dos vueltas de llave. Y un titular se le viene a la mente: Su próximo gato se llamará puta.

Butacas

Alicia sale cada mañana a correr para canalizar su ira, entrena al corazón para que sea más fuerte, corre los kilómetros que puede prometiéndose que cada día llegará un poquito más lejos. En la vuelta se permite periodos de descanso, anda despacio, retoma una respiración menos acelerada mientras observa el camino.

En una esquina hay una sala de cine, con un letrero antiguo de esos que tanto le gustan en el que se puede leer “butacas de meditación para calmar la ira. Abierto de 10 a 14:00. Entrada gratuita”

Se extraña, por si fuese alguna estafa comercial, no recuerda haber visto en la cartelera últimamente ninguna película o documental sobre eso, pero era su nueva vida, ya nada podía salir mal después de lo peor. En ese momento de todo le da igual se mira de arriba abajo, su atuendo deportivo, su riñonera con las llaves, su coleta alta sudorosa y se dice, pues entro.

No hay nadie que le dé un ticket, una autorización para entrar, vuelve a extrañarse, normalmente tiene que pedir permiso para todo, pero ese lugar nada más entrar te invita a ser importante, a ser tú y a sentir qué todo está ahí para ti, le resulta difícil conectar con esa sensación desconocida pero sonríe, tiene buena pinta, cree haber hecho bien al decidirse a entrar y al mismo tiempo se dice así misma: Alicia por qué lo crees? Afírma algo de una vez! Has hecho bien al entrar.

Siguiendo las flechas se llega a la sala principal donde se ve el mismo cartel pero más pequeño, aquí es, abre la puerta y ve una enorme sala de cine, como unas cien butacas y una pantalla gigante. No hay nadie, pero se sienta. En la numero cuatro centrada, no ha traído las gafas.

Las luces se atenúan, casi a oscuras, sólo las de emergencia divisan un posible auxilio. Suena una música relajante, tranquila… El proyector se pone en marcha como si al sentarse su culo hubiese puesto una moneda para empezar a jugar.

Empiezan a salir imágenes, Alicia respira, se esconde el pulgar dentro de la mano con fuerza, en cuanto se reconoce en esa pantalla, son imágenes de los momentos en los que le han hecho daño, pasan rápido, su mandíbula reacciona, rápido hasta que empieza a bajar la velocidad y empiezan a mostrarse los peores momentos de su vida, ya a modo de película, es ella, lo ve, se ve, se relaja, se llora. Es impactánte ver su dolor desde fuera, sólo ella sabe lo que está sintiendo en ese momento en la pantalla, recuerdos que no es que necesite perdonar porque ya lo ha hecho sino que necesita que le pidan perdón, eso que nunca llega hace que el recuerdo todavía siga doliendo tanto. Hace que se dé pena y no quiere darse pena, por eso llora. Algunos momentos de los que salen en pantalla ni los recordaba, y no le suponen ningún problema verlos, y se da cuenta de que están superados porque hubo un perdón después, en otros se derrumba y llora.

Cualquiera diría que es una tortura pero Alicia sabe que lo necesita, que es una oportunidad mágica para poder avanzar, que es valiente. No son momentos que le hayan dolido, son momentos en los que le han hecho daño. No son butacas de tristeza, no hay muertes, son butacas de rabia, dolor, impotencia, frustración, y por ello, por la falta de empatía ajena, por la soledad que se provoca, por la frialdad que genera, aparece la tristeza.

Pero no está sola en esa sala, en seguida se da cuenta que en la fila número uno en el último asiento a la derecha hay una persona viendo la misma pantalla, derramando una lágrima. Se acerca silenciosamente y se da cuenta de que es la persona que mas daño le ha hecho, un protagonista de esos momentos que se iban reproduciendo. Se miran y se abrazan. Una luz violeta les envuelve, como La Niña del abrigo rojo en la lista de Schindler, no dicen nada, sólo se abrazan y Alicia va soltando capa a capa cada dolor, como si se estuviera quitando la venda de la piel, como si estuviese mudando esa piel que no es suya. Sólo ver una lágrima, un abrazo y un perdón de quien le había hecho daño le hacía falta para empezar de nuevo.

La luz cambia a verde, como el semáforo que te dice adelante.

En esa luz Alicia le consuela a él por el daño que ella ha recibido, ni siquiera se da cuenta pero lo está haciendo, de forma subconsciente, instintiva, natural y humana. Le acaricia la cara, completamente iluminada en verde, le mira y solo dice: VALE, ya está. Sus capas más finas su cuerpo más ligero es capaz ya de olvidar. No tiene ira ni rabia, sólo compasión. Recibe unas manos en su cara también verde, un perdón y una lágrima. Peso pluma, puede volar hacia el completo perdón, el mutuo, ni culpable ni víctima, humanos, desnuda como la trajeron a este mundo, sin cuna de Cristal, sin ventanas altas con manos empañadas de un no te vayas. Se miran, sólo eso, una lágrima, un perdón, un abrazo…todas las butacas les miran… el proyector ha parado… la película ha terminado…

puedes irte ya, mi amor, ahora si puedes irte.

Le susurra Alicia.

Castilla resopla

Diagnóstico: loca

Se sentó en la butaca arqueando la espalda, movía de un lado a otro la cara asintiendo al doctor, sonreía y pedía una camisa de esas, una cama y unas paredes donde poder gritar.

Alfonso se levantó para abrazarla : yo seré tu camisa de fuerza, tú aquí no te quedas.

Ella no se esperó aquello, estaba convencida de que su diagnóstico era afirmado por todos, incluso las ventanas abiertas donde al otro lado se veían flores se reían de ella. Pero Alfonso no, él sabía que no era cierto.

Yo no te encontré entre tanta gente para dejarte aquí y llamarte amor. Vamos Virginia, despídete de este hombre y dale las gracias.

Salieron de la mano. Justo por el jardín que se veía desde la ventana de arriba, las flores no reían, sonreían, pero con ojos de alegría y cariño, no de burla, eso hizo el amor aquel día, cambiar todo el escenario. De tanto mirarlas para entender lo que estaba ocurriendo, casi se choca con una farola, si no llega a ser por Alfonso que con reflejo de portero, estiró de ella con la excusa de querer abrazarla.

Ahí en su cuello, su olor, explotó a llorar, habían sido meses de una tensión terrible, su padre convenciéndola para el ingreso, su madre gritándole que obedeciera, sus hermanos sin hablarle como si dar su opinión les avergonzara y les quitara sus beneficios. Malditos bastardos malcriados.

Llevaba sin poder trabajar años, problemas y problemas que por más que los hablaba con su Alfonso no se resolvían, sólo se sentía segura con él y cuando salía al mundo… su mundo era trabajar con sus padres y durante horas recibía frases matadoras, miradas de desprecio, inútil, así no se hace. Por tu culpa no vienen clientes, vístete bien, ¿dónde están tus hermanos? Vigílalos, recoge esto y lo otro, tu marido no nos gusta, no sé qué ve en ti, sólo está contigo para heredar todo nuestro esfuerzo y sacrificio en esta empresa.

Día tras día tras día, sacaba la basura con la cabeza agachada y callada, lloraba detrás del container y volvía a entrar sonriendo. Preparaba la cena, se sentaban juntos a ver la televisión y ella hacía en su cabeza su propia película. Una en la que ella era importante.

Cuando salía de fiesta con sus amigas, aparecían los novios, las besaban y seguían la conversación con el resto. Así sin más, estaban integrados en un mundo en el que Alfonso nunca participaba.

Un día en casa, le propuso hacer una barbacoa para todos sus amigos, divertirse, verse juntos entre ms gente, encontrarse con la mirada, jugar, reír… Alfonso no quiso. Decía que para qué.

Su silencio era más profundo de lo que nadie creía, todos pensaban que hablaba mucho , casi demasiado pero nunca contaba su silencio. Le habían enseñado a ser y comportarse como ella no había elegido, ni siquiera ella sabía que era el bien y el mal. Podían hacerle mil trampas que si ella explotaba, las trampas se convertían en bondades y su reacción en locura.

No encontraba lugar en el mundo entre tanta banalidad, tanta falsedad y mentira. Tanta crueldad que veían sus ojos, tanto despropósito entre seres humanos, periódicos, televisiones, lo que le contaba la vecina del quinto… no dejaba de enmudecer para apretar fuerte las lágrimas dentro de esa caja donde solo en la pupila estaba la llave. El poder del cuerdo, del que se cree cuerdo y domina el mundo señalando a locos, que viven la vida intensamente. Con transparencia, dejándose llevar por todas las cualidades del ser humano, como queriendo sacarse partido de todo. ¿A qué lloro lo que lloran los humanos?

¿A qué rio lo que ríen los humanos? ¿Te juegas a que hago un campeonato emocionándome con una canción? No abras la puerta, todavía está sonando, por qué debería seguir con mis obligaciones si la vida me está dando dos minutos de gloria, anda y que esperen.

Esos zapatos te quedan fatal con el vestido, a mi me gustan, ya pero tu abuela se avergonzaría, córtale el pelo al chiquillo parece un gitano, mamá jesucristo tenía el pelo largo, lo vi en tu boda y tú lo amabas. Esta chica está pa allá. Ni se te ocurra contradecirme. Un plato estallado en la pared, un agujero en el mantel, ala, Virginia, ya la has liado. ¿Por qué? ¿Por dar mi opinión?Hay que saber callarse delante de mamá y papá.

No entendía nada, ellos debían darme las herramientas para vivir porque en el colegio no había ninguna asignatura de gestión emocional. Solo a la jefa de estudios podía contarle de vez en cuando y sólo porque un día le dijo: entra, te brillan los ojos.

Quiero ser normal

Pero a veces me imagino que si meto la cabeza en el horno como Sylvia Plath nadie se daría cuenta. Soy invisible pero me ven de repente cuando quieren algo. Nadie me conoce , nadie quiere conocerme, y siento que por dentro va entrando un gusano a mi cuerpo y me duele el pecho de tanto miedo.

Cariño, sólo las personas especiales reaccionan con el cuerpo ante las emociones… el que realmente está loco no le pasa nada, no se inmuta, asiente. Obedece, ¿tú has estudiado a Juana la loca? Si, la hija de los reyes Católicos y madre de Carlos I !!

Muy bien. Pues no estaba loca, estaba rodeada de narcisistas. De hecho hay un cuadro en el que se la ve llorando en la tumba de su esposo y dijeron que estaba loca de amor y obsesionada, que no admitía su pérdida y que por eso tardó tanto en enterrarlo, Nadie quiso contar en la historia que a Juana se le había dicho que en cuanto se quedara viuda tendría que casarse con otro.

Era muy pasional, estaba enamorada si, pero no estaba loca, la usaron, la encerraron y la convencieron de su locura hasta que lo aceptó. Es lo mismo que aceptar los apellidos que nos ponen otros, decidiendo por nosotros quienes somos, qué deberemos hacer y a quienes deberemos hacerles sentir orgullosos de nosotros. ¿Eso es cordura ?

Blanca, la jefa de estudios era mi aliada, hablábamos en los recreos y me hacía sentir bien incluso cuando yo no me quería.

-olvídate, eso de que si no te quieres tú nadie te querrá es mentira, hay personas que te van a querer aunque no te quieras, incluso puede que hasta te enseñen a quererte o saquen de ti lo mejor, ten paciencia.

¿Cómo podía ser que la llorase más en su entierro que si se muriese mi madre? La muerte de blanca me dejó huérfana como Matilda, aún teniendo padres, y desde que se fue, empecé a llamar locos a todos. Eso mis padres no lo consintieron, no entendían mis ideas filosóficas ni respetaban mis opiniones sobre cualquier cosa, lo contrario siempre era mejor, eso si, cuando me dejaban hablar.

Todo eso lo sabía Alfonso y luchó con un caballo invisible y una espada, a veces me lo imaginaba clavándoles a todos los que me hacían daño. Luego mi feminismo me tapaba el sueño y caía rendida.

Al llegar a casa del hospital Alfonso me hizo un masaje en los pies, me dijo que descansara, que había sido un día muy duro para mi. Que no me preocupara por nada, que él estaría siempre ahí.

Me asusté, la palabra siempre, significa que se irá

Hicimos el amor, con un cariño que no recordaba de él, me susurró al oído creo que perdón pero no lo escuché bien porque sus manos y sus ojos ya me lo habían dicho antes, la tenía tan dura que no podía esperar pero se le había metido en la cabeza que yo disfrutara, me corrí de placer, Alfonso había nacido del coño, eso estaba claro, porque no era ni medio normal lo que me hacía. Me penetró y el amor pasó a sexo salvaje, de locos… y escuché:

-Estoy loco y también por ti, paso de la cordura. Jamás en tu vida dejes de estar loca.

-Ay Alfonso… Castilla resopla.

Viva el poeta que escribe rock

Me pregunto si están libres los niños de todos los pasos que damos los adultos excusándonos en nuestras infancias. Papá dejó a mamá porque el abuelo no se atrevió a dejar a la abuela. Mamá busco el amor y la familia porque no quería parecerse a la abuela ni al abuelo inexistente. Y en medio ellos, con cara de felicidad, marcándose un futuro que creen libre, con dos piernas y dos manos para poder jugar.

Por qué no nos dijeron antes que sufriríamos consecuencias ajenas, de ese niño en el parque que no se quejaba de nada, de esa niña que se quejaba de todo porque nadie la escuchaba…

¿Por qué no nos abrazaron para darnos más piezas que encajar? ¿Por qué tanto temor a que los hijos crezcan, se enamoren, se equivoquen, y elijan sus sueños? ¿Por qué tanto miedo a que pierdan y les pellizque el dolor más atroz?

Porque sabemos demasiado y sabremos que fue nuestra culpa, porque andamos planeándoles el viaje sin ser conscientes que de mayor estaremos en su recuerdo como ovejas descarriadas siendo ejemplos de nada. Y se sentirán vacíos de no saber qué hacer.

¿Cómo pueden las personas que me hicieron hacerlo tan mal? Y ahí empieza la autoestima. Agarraos fuerte.

Yo no tengo la culpa de parecerme a una persona que no me gusta pero a la que intenté querer, ni él tiene la culpa de ocupar todo el espacio que dejé dentro para el amor desconocido y que ansiaba por conocer. Joder, era una niña con unas ganas de sacar la lengua al mundo, sin bofetón de por medio.

Todo está relacionado, cuando me llamaba víctima o dramática era mi madre en forma de hombre hundiéndome en la adolescencia. Si me ignoraba era el del semen de una noche que dijo parecerse a mi pero que no gracias, declino la invitación a ser su padre.

Y supongo que cuando yo gritaba él veía el sillón con sus pies colgando rezando para que su padre le diera un beso y la calmara sin un ay déjame de por medio.

Es curioso, una mujer sola, deseando el amor, equivocándose, y otra mujer con amor para toda la vida, encantada de haberse equivocado, las dos, con dos hijos que dicen dejar de amarse por su culpa.

No quiero hacerles eso a mis hijos, por eso creo que me enamoré de lo que merecía y creí perfección, quizás le subí a un pedestal y es urgente bajarle. Daniel, tú tenías que haberme avisado que ese empujón duraría un rato. Un sólo rato largo pero para llegar otra vez al punto final de partida.

Está bien aprender, pero ¿y lo qué he dejado en el camino como mujer? Quise tener las ilusiones que no me dejaron, quise construir lo que a todo el mundo le daba pereza, quise ser lo que mi niña me dictaba desde el otro lado del espejo, quise sentir lo mismo que en las novelas, era feliz realmente feliz y lo decía, aunque se escuchaba como si pareciese que fuese a llover.

Tengo 40 canciones y tengo que volver a empezar, con la sensación de ser una chica repitiendo curso en el instituto. La que soñaba que a ella la vida le iba a ir mil veces mejor. Que no soportaría apegos feroces y hambrientos sino un amor de esos cómplices de los que sólo hace falta mirar para ver y nadie entiende nada.

Exactamente eso, que nadie entendiese nada. La mente sabe, el cuerpo siente y los demás qué opinen.

Y cuando los que opinan están en tu cabeza? Quién pierde? Quién gana? Quién vive su vida?

Este 2021 se ha pasado siete pueblos y estoy en el octavo esperándole.

Ay si, las cosas pasan por qué si porque somos inútiles siendo responsables, nos gusta la idea de que sea el destino el que hable cuando está harto de hacer lo que no nos atrevemos ni nosotros. Seamos serios, la vida es un rato, y va en serio.

Mis hijos ya han aprendido que el amor para siempre no existe, lo veo en sus ojos y me da pena, ellos me consuelan a mi porque creen más en la idea del amor de su padre, el juego de la oca, que al mismo tiempo detestan y harán que en el fondo de mayores busquen mi idea. Es un ciclo vital del que no se va a salvar nadie.

Y yo quería salvarles, salvarme a mi, salvar al amor y poder decir a ciencia cierta no tenéis ni idea. No es felicidad absoluta todo el rato, no son cubiertos en la mesa, no es el miedo a estar solo sino una firme elección preciosa, no es una lavadora llena, un despertador y una nevera con mil cosas para engordar.

Es un olor que te hace caminar desde su ducha hasta su persona, es saber si ya se ha ido porque hay una nota en la cafetera, es un espejo que te ve guapa, es una conversación que no gusta a las tantas de la noche para poder volver a la cama de la mano. Son días enfadados poniendo a tiro como niños quien ha aprendido mejor a defenderse, es un poder absurdo cuando el otro llora, niega o patalea. Es un abrazo a media noche porque si, porque estás aquí. Es caminar con problemas, con dos pares de zapatos y los cordones cruzados, es ese equilibrio del que nadie podría salir a menos que a uno ya no le guste la idea.

Y así se hizo el Bronx, Manhattan, Brooklyn, Chinatown y Central Park. Por culpa de gente que iba y venía aceptando la vida sin pararse a pensar. Corriendo para olvidar.

Queridos niños del planeta, algunos hemos fracasado por detener a mal tiempo todo lo que florece, no es asunto vuestro arreglar las calles, pero por favor no me toméis de ejemplo.

Yo florezco sola, como puedo, y me marchito las veces que me da la gana, porque eso es lo único que os puedo enseñar, sentimientos y humanidad. Pero no miréis a vuestro alrededor para ver cómo se vive porque entonces seguirán existiendo los unos más y los unos menos. No te distraigas, hay millones de cosas buscando venganza en forma de belleza.

Qué queréis que os diga… vivan los poetas que escriben rock, viva el rockero que llora y el poeta que lo manda todo a la mierda.

Los últimos ángeles del infierno

Aquel día te lo pedí, era un mensaje de texto breve, conciso y lleno de amor. ¿Te apetece follar?

Me quedé dormida y me desperté con tu boca en mi ingle, cómo te había enseñado, no lo olvides nunca, me besaste las costillas cosa que nunca habías hecho y me sentí rara, como si te estuvieses despidiendo. Follamos, como putos angeles del infierno. Te sacudiste en mi cara y te fuiste.

Me quedé hecha un ovillo en la cama, abrigándome con las sábanas, confusa. Te amaba. Pero te ibas, te estabas yendo, ya te habías ido. Y sólo quisiste placer mientras yo te estaba perdiendo.

Al día siguiente fui al baño y te imaginé empotrándome en la ducha, miré de lejos la cama y olía a ti conmigo, salí de la habitación y al bajar las escaleras te encontré, te apartaste para no cruzar conmigo, como si hubieses querido callarme con tu pene en mi boca, no hables guarra.

A mi me encantaba, pero aquella vez me hubiese gustado hablar, abrazarte, tocarte, cogerte la cara y empalmarte. Pero me mutilaste con la polla. ¿Puede hacer llorar un cuerpo desnudo? porque yo te imagino y se me pone gorda la tristeza.

Siempre te lo dije, si supieras tocarte, si supieras a qué sabes, si supieras abrazarte, amarías tus manos por encima de todo, por encima de mi.

Todo siguió igual de silencioso, unos desconocidos que no se acordaban que se habían tocado hasta el alma… que no sé si es mi piel la que te echa tanto de menos o soy yo.

Si hubiera sabido que era el último no te habría dejado marchar, ni de mi cama, ni de mi trampa.

Esta maldita flecha que tengo clavada, que te dibuja en mi cabeza enamorado, que me brinda vino con los ojos y me coge de la mano.

Si hubiese sabido que era el último te hubiese pedido más y de mil formas. Te hubiese pedido que me rompieras allí mismo, en vez de aquí sin ti.

Porque ahora,

Ahora no sé olvidar la vida, sin nosotros.

Con todas mis rosas

Le he dicho a septiembre que escuche nuestras cosas.

Que abandonemos las playas y les dejemos ser el mar, que aparece en todos los suspiros de quienes necesitamos huir.

Que tentemos a la suerte en cada rutina, dejándonos las máscaras en la mesita, de noche, lo que no somos de día… o cualquier otro invento que sigamos consumiendo para no vernos arder por dentro.

Por fin se acaba eso de fingir, eso de ver los rostros nauseabundos en las calles, mojados, exhaustos de felicidad porque todo el mundo sabe que en verano tienes que ser feliz. Cuánto más feliz más verano. Amo septiembre y todos los meses del año que no me obligan a sonreír, sólo así me sale una sonrisa auténtica.

El verano se parece a la navidad. Por eso me cuelgo en el perchero y me pongo al llegar a casa, o a otoño. Una tregua de gilipollez extrema.

Todo sigue igual aunque la gente vacía diga que no. Parejas que en la rutina no se entienden descubren en verano o en navidad el hastío de su vida. Amigos que demuestran realmente lo que son cuando el deber no les llama, familia que te miente y te hace creer que lo son porque es festivo. Todo cambia en cuanto las estaciones les ponen a prueba.

Por eso el mar se alegra de que dejemos las cosas como son, como realmente son y septiembre nos sonríe con una copa en la mano.

Hacemos demasiadas cosas que ni siquiera nos preguntamos si nos gustan sólo por él hecho de que las hacen los demás. ¿Qué microchip patético nos han metido ? ¿Es nuestra vida nuestra?

Ya no le doy mucho a quien ya sé lo que hace con eso,

incluyendo fingir, que no sirve para nada, mas que para fallarte a ti misma, y por ahí no paso. No me pregunten por qué.

Si pusiésemos nuestro planeta en un tocadiscos, sonarían decepciones repetidas.

Y alegrías, y caricias, y ternura, y risas, y enfados, y verdades… la vida va cargada de todo eso.

Y la suavidad de la espina tampoco miente.

Sinónimos de sexo

Abertura, falla, fisura, grieta, ranura, rendija, quebradura, resquicio, raja…

La raja que aprieta el bisturí entre el corazón y el ombligo.

La raja que aparece cuando entra el fuego y se va el calor.

Se abre. (Se corre)

A veces se abre como una cicatriz invisible que se deshace. Las visceras se pisan el suelo, como si hubieran sabido antes de amor, mucho antes de haberlo tenido,

cuando se soñaba, justo ahí, cuando nada, antes de la raja, ahí. (Virgen)

Y la cierras cuando te vistes, sonríes y vas a por más caminos, sin que nadie la vea. (Húmeda)

Esa raja, que enmudeció no sabes cuándo pero si de vez en cuando, ese silencio te avisa, que sigue ahí, antes y después de ti sin saber para, cuándo, ni por qué. (Deseas)

Aprietas y no sangra, porque cada vez que alguien saca sus ilusiones por la boca y se caen, hay un terremoto en alguna parte del mundo. Una raja en el subsuelo, para que andemos descalzos, conscientes de lo que hemos hecho.

(Follando)

Abro una caja de música y le doy cuerda para ver si sigue todo en su sitio.

Coso con mis dedos. Me acuerdo de los cuentos, del corazón que escuché en el vientre materno, de las idas y venidas a mi yo mas interno. (Erótico)

Y sin conocerme sigo esperando,

algún consejo más fuerte que yo,

alguna práctica más firme, alguna palabra llena de contenido, algún abrazo sin partirse en dos a la de tres y algún suelo capaz de sostener por encima de todo, mi cuerpo. (Desnudo)

He sonreído tres veces en una hora para hacer tres en raya conmigo.

La música despierta y duerme la raja. Me lo hice encima el miedo, para ver quien venía.

Pobres de los que se emocionan antes con una pantalla que con un susurro al oído, una canción en el ombligo, un pie frío rozado por casualidad, una mano en el pecho, una cabeza en el hombro, un beso en la frente o una caricia en el pelo. (Orgasmo)

Esos son los que ya no sentirán nada frente al mar, ni les contarán cosas a los árboles con la esperanza de que echen a andar, ni tendrán cerca la vida en las manos.

Y yo, que para ti sólo quería ser importante y hacerte el amor…

no pude evitarlo.

Espejito, espejito

Podemos escribir quiérete hasta que se nos fundan los cables que si no entendemos lo que es quererse de poco servirá.

Hablamos de espejos como si fuesen una salvación en blanco y negro, y tantas veces lo son… Incluso cuando te sientes bien y te dices todo lo maravillosa que eres añades colores nuevos.

Espejito espejito que una vez te rompiste y otra vez casi matas a la bruja del disgusto.

Para mi el espejo es decirme cien mil veces no estás sola, no nos queda otra que llevarnos bien, habrán mil problemas sin resolver entre tú y yo pero ni aún así te dejaré sola. Te miraré cuando no me soporte, muchas veces te miraré llorando te preguntaré cien mil por qué y en tu silencio nos abrazaremos, siendo honestas, tú conmigo, yo contigo, siempre juntas.

Porque decirte que eres maravillosa y quedarte ahí no va a hacer que nos miremos bien, la verdad siempre a la cara, imagínate contigo.

Con cada frustración nos perdonaremos, por estar sintiéndola, sin negarla y en cada suspiro después de la tragedia griega nos acabaremos riendo.

Te miro, te quiero, y me parece increíble que sigas aquí, después de tanto, como única persona en este planeta que me puede asegurar rotundamente que no me abandonará. ¿Por qué iba entonces a tratarte mal? Joder que si duele la vida… y aquí sigues, mírate. Llamándome pequeña todas las veces que lo necesito. Queriéndome hacer mejor, aprender. Siempre me tratas bien, soy yo la que estoy en deuda contigo.

Espejito, que yo sé que a ti y a mi nos abandonaron al nacer y aprendimos a andar por el camino solas, no sé cómo pedirte perdón porque no te sepa ver nadie, miro tus ojos y quiero llorarlos, tan mal nos salen las cosas más sencillas que hasta las complicadas con dos ovarios las olvidan. Perdóname, porque ni tú misma eres suficiente para mi, soy una inútil con miedo que te desafía con sonrisas. A veces me gustaría que me dijeses todo lo que necesito y me abrazases un rato besándome el pelo. ¿Por qué siempre tan solas? ¿Por qué no hacemos feliz?

Te mereces estar en otra alma, sólo nos han hecho bonitas por fuera. Escapa de mi, huye. Rómpete.

O un chupito por ti y por mi por la de veces que nos hemos fallado.